Mientras las Alitas cocinaban tortas fritas, la Caravana jugó en el patio, el Solar terminó de organizar su trabajo para el año y el Clan Kumbaya se reunió con los demás clanes de la Zona Rucakayu, de la Ciudad de Buenos Aires.
Después de un ratito de descanso, a las seis y media de la tarde el Solar y el Clan se dedicaron a preparar el salón que a partir de las nueve de la noche se llenaría de números, líneas y bingos. A la hora programada, comenzaron a cantarse los números del bolillero, una y otra vez. Veintitrés: dos, tres; cuarenta y ocho: cuatro, ocho; diecisiete: uno, siete. ¿A quién le faltan dos números? Y las manos de guías, scouts, mamás y papás se levantaban contentas. Entre cada jugada, la música invitaba a cantar y bailar hasta que de nuevo comenzaba el desfile de números. Las Guías del Sol iban y venían ofreciendo cartones y las Guías Mayores no se quedaban atrás con las bandejas que llevaban y traían hamburguesas, gaseosas, café y tortas.
Cuando llegó el esperado, reclamado, ovacionado bingo musical, las voces (des)entonaron con cada bolilla y, al final, como en todos los bingos de la Comunidad Guía, se hizo la última jugada gratis.
Gracias a todos por participar, por estar presentes y por poner la mejor sonrisa en cada número.
Gracias por compartir con nosotras la alegría que nos propusimos contagiar durante todo el año.
Gracias por estar en el primer evento que nos va a ayudar a irnos de campamento en el verano.
Gracias por no cansarse de jugar.
Gracias por cantar, bailar y aplaudir.
Gracias por ayudarnos a cantar "¡Bingo!" una vez más.
Foto 1: Wanda y Flor, del Consejo Guía, en la entrada del bingo.
Foto 2: Ariadna, niña cantora, y Lucila, niña escritora de números, en una jugada.
Foto 3: Ex guías y mamás de guías actuales, tratando de cantar "línea" y/o "bingo!".